En el equilibrio de todo el miembro inferior, la articulación de la cadera juega un papel determinante. De su posición y movilidad depende a su vez la posiciones de la pelvis, de la columna vertebral y de las piernas, y por consiguiente, cómo se orienta el cuerpo en su conjunto. Por otro lado, la correcta organización de todo el miembro inferior del bebé, posibilitará la realización de empujes, recepciones del peso y rebotes, lo cual facilitará a su vez una correcta posición de pie y un desarrollo armonioso de la marcha. Por ello, es tan importante favorecer al máximo la movilidad de esta articulación antes de que el niño se ponga de pie (1).
Pero, ¿sabes exactamente dónde están y cómo son las caderas de tu bebé?
La articulación de la cadera (imagen 1) está formada por una esfera, llamada cabeza del fémur, que encaja en una concavidad situada en la pelvis, el acetábulo.
Imagen 1. Dibujo que ilustra la articulación de la cadera izquierda.
En algunos recién nacidos, el acetábulo no es lo suficientemente profundo y la cabeza del fémur puede salirse parcial o completamente. Esto se llama “displasia del desarrollo de la cadera”.
Imagen 2. Imagen de un bebé boca arriba. El círculo azul indica dónde se encuentra la articulación de la cadera derecha sana.
¿Cómo puedo ayudar a que se formen correctamente las caderas?
En general para la formación de esta articulación es necesario que las piernas puedan mantenerse separadas (giradas hacia fuera) y flexionadas. De esta forma, la cabeza del hueso fémur y el acetábulo podrán desarrollarse adecuadamente (2).
Naturalmente el bebé experimenta una y otra vez la movilidad de esta articulación con las piernas giradas hacia afuera y flexionadas (imagen 3). Por ejemplo, cuando se agita, mueve las articulaciones de sus caderas flexionándolas y extendiéndolas. Este movimiento siempre es más amplio en flexión que en extensión.
No obstante, en bebés sanos, es posible que exista una pequeña limitación o resistencia. Para eliminar cualquier atisbo tensional en los músculos que impiden estos movimientos naturales, que moldearán la articulación, facilitaremos posición de flexión y rotación externa porque, como hemos visto, es la que mejor encaja la articulación en su cavidad. Para ello, aprovechando los cambios de pañal, podemos jugar a llevar el dedo gordo del pie a su nariz, o colocarlo dentro de su campo de visión o hacer palmitas con la plantas de sus pies cantándole alguna canción.
En casos leves de displasia se recomienda poner doble pañal para conseguirla. En casos más severos el médico indicará órtesis. Se trata de dispositivos diseñados para posicionar las caderas permanentemente en máxima flexión, abducción y rotación externa (2). Existen diferentes tipos. El médico especialista te indicará cuál es la más apropiada para tu bebé.
Cuando el pequeño ya se sienta en el suelo para jugar, lo que hay que evitar es que lo haga en “W” o posición de “sastre invertido”, es decir, de rodillas con los pies hacia fuera (ya que esto coloca la coxofemoral en rotación interna). Esta postura, impide que la anteversión femoral que existe desde el nacimiento, disminuya progresivamente con el crecimiento. En su lugar, deben sentarse con las piernas cruzadas “como los indios”. También han de evitar sentarse sobre uno de los talones o sobre ambos si están arrodillados.
Postura “W”
Por último, la colocación en los bebés acostado de lado no es muy recomendable, ya que puede tener efectos negativos sobre el desarrollo de las caderas, pues provoca que las piernas estén juntas, una al lado de la otra y no separadas. Por tanto, no debería ser la más posición más frecuente (3). En su lugar, la posición boca arriba será la más favorable para la organización futura de su desarrollo.
Fuentes:
Marie-Madeleine Bézieres, Yva Hunsinger. Aprendo con mi bebé… los gestos de la relación y del bienestar. Editores Independientes. Alicante.
Desde Bebé a Bordo ya hemos comentado en varias ocasiones cómo los bebés, al nacer, identifican la voz de su mamá, puesto que ya eran capaz de escucharle incluso dentro del vientre. Esto es posible porque a partir del quinto mes, los oídos del bebé se preparan para recibir sonidos.
Por ello, os queremos recomendar una actividad sencilla, barata y al alcance de todos: la iniciación temprana a la música. Hay muchas escuelas especializadas en proyectos de educación musical para bebés, pero siempre puedes iniciar a tu bebé en la música en casa.
Éstas actividades tienen un doble objetivo: los bebés se iniciarán en la música, las canciones y el movimiento y los papás establecerán una nueva vía de comunicación con su hij@.
Cuando los bebés son más pequeñitos, seguramente les agrade más música suave y fluida con una melodía definida y, a medida que van creciendo, preferirán canciones con ritmos marcados y altibajos.
Fijaros cómo los bebés, cuando empiezan a mantenerse erguidos, botan sobre si mismos marcando el ritmo de las canciones o cuando comienzan a caminar, les gusta mucho bailar y dar palmas. Además, daos cuenta cómo en los primeros años de colegio, una pata básica de la educación son las canciones que aprenden, repiten e interiorizan que, una vez aprendidas, no paran de repetir.
Para iniciar a tu bebé en la música, te recomendamos que a la vez que le cantes y tatarés, hagas también mímica. Recupera las canciones de tu infancia, aquellas que aprendiste en el colegio o que tu madre te cantaba, en las que se mezclaban las palabras con gestos sencillos, pero muy divertidos. A medida que el bebé vaya creciendo, entonará llegando a cantar y gesticular contigo. Además, prueba a dar palmadas sobre sus manos y enséñale cómo puede hacerlo también solo. Cuando sea capaz de repetir una o dos palabras, dará palmas con sus manitas en señal de alegría, y cuando comience a conocer las melodías que le cantas, sabrá cuándo finaliza la canción y dará palmas enérgicamente.
Vosotros, como adultos y guías de vuestro bebé, debéis participar de forma activa, motivándole, mostrándoos entusiasmados y alegres con sus progresos.
La música es uno de los mejores estímulos para crear, aprender y experimentar en familia.
¡Ponedlo en práctica y contadnos cómo disfrutáis juntos!
Un niño aprende por naturaleza y nunca hay que subestimar este principio vital.
Los bebés nacen con cosas aprendidas y unas cuantas habilidades (Ver post: “Los signos del bebé”): oler, trepar, succionar… Pero a partir de aquí hay mucho más: el bebé aprende imitando a los seres que le rodean; es una oportunidad para que los padres se escuchen, cambien todas aquellas cosas que deseen y mejoren en si mismos… La llegada de un hijo es una oportunidad para progresar y ser mejor persona.
El instinto innato de un niño es crecer y aprender. Por ejemplo, un bebé no aprenderá a andar porque alguien le enseñe sujetándole las manos y manteniéndole de pie, sino porque está predispuesto para hacerlo, del mismo modo que hablará porque su cerebro está preparado para el lenguaje y todos los que le rodeamos hablamos. Todas las etapas evolutivas que hace un ser humano las hace por si mismo cuando está preparado y su sistema suficientemente maduro para el siguiente paso en el aprendizaje.
Estar cerca y observar los cambios de tu hijo es una experiencia enriquecedora y única: con pocas semanas, el bebé mueve la cabeza de lado a lado y, poco a poco, va levantando las piernas adquiriendo tono muscular. Lo hará a su ritmo.
Cuando observas a un bebé, descubres que ellos encuentran sus propias estrategias para alcanzar los siguientes movimientos o etapas. Si un adulto interviene y ayuda al bebé a cambiar de postura, no nos daríamos cuenta de los movimientos que hacen por si solos y seguramente nos perderíamos gestos sencillos pero muy importantes. Como hemos dicho, cada bebé va a su ritmo y si colocamos al bebé en una postura en la que no se haya puesto él solo, seguramente tampoco sabrá deshacerla. Es más interesante ver cómo desarrolla él mismo la capacidad para girarse, sentarse o ponerse en pie porque en seguida aprenderá a salir de esa postura.
Al principio, el cuerpo del bebé es muy blandito, giran sobre si… hacen lo que coloquialmente se conoce como la “croqueta”. Al cabo del tiempo, ya con más tono muscular, empujan con los brazos y piernas el suelo, encontrando el límite en la tierra y ahí, ya ven a unos pasos de ellos el objeto a conquistar. Esas ganas de agarrar lo que ven es lo que les impulsa a coordinar su cuerpo para avanzar. A partir de ahí siguen las ganas por descubrir el mundo y cuando están listos, prueban a ponerse en pie… ¡Cuando se sientan seguros, empezarán a dar sus primeros pasos!
Tienen curiosidad por descubrir el mundo donde acaban de aterrizar; poner a su alcance objetos de diferentes materiales y texturas, les permite desarrollar sus sentidos. Como recomendación, puedes poner sobre una manta, o en el espacio donde va a estar el niño, algún trozo de madera, algún objeto blando, utensilios de distintas texturas, telas, colores… para proporcionarle diversidad. Ojo, los niños siempre se van a poner en la boca el objeto porque prueban el mundo, así que siéntate a su lado y disfruta acompañando su creatividad y crecimiento, interviniendo lo mínimo posible.
Actualmente estamos viendo que vuelven los pañales de tela, ese objeto de puericultura que las abuelas pensaban que dejaban atrás. Vale la pena reconocer que están mucho más avanzados que años atrás, porque son más prácticos, absorbentes y existen multitud de diseños realizados con materiales diferentes, como de bambú, forro polar, fibras naturales… Además de ser de muchos colores y con dibujos divertidos.
Seguramente los escogeríamos por un tema de ecología y ahorro económico. Aunque de entrada la inversión es mayor, a la larga se ha comprobado que hay un ahorro, incluso añadiendo el gasto de agua y detergente para lavarlos. En general, se adaptan a la talla del bebé y los puedes usar para todas sus etapas, aunque no se recomienda usarlos con los recién nacidos, porque sus caquitas son muy pegajosas y manchan mucho por lo que son más difíciles de lavar.
El inconveniente principal de su uso son las lavadoras. La familia tiene que organizarse muy bien para no acumular pañales sucios o quedarse sin limpios. Hay que tener claro que habrá más lavadoras, pero también se pueden combinar con los desechables que son muy prácticos. Por ejemplo, algunas familias prefieren usar los desechables cuando están fuera de casa para no acarrear con el pañal de tela sucio, aunque hay soluciones como llevarlo en una bolsa para ese uso.
En el mercado hay diferentes modelos y si quieres usarlos tendrás que investigar un poco. Por ejemplo, hay pañales de una sola pieza que son más prácticos porque no hay que doblar y guardar diferentes partes, pero tardan más en secar y, además, si se gastan, habría que comprar todo el pañal entero. Otros son de dos piezas (el cobertor y el pañal absorbente) que son más fáciles de lavar y secar pero son más partes para doblar y guardar.
Uno puede comprar un pack pequeño y probar si realmente encajan con la organización familiar. La cantidad que vas a necesitar dependerá de la frecuencia con la que quieras poner lavadoras y las cacas que hace tu bebé. Si un bebé pequeño hace entre 9 y 12 cacas al día y se suelen poner lavadoras de pañales cada 2 o 3 días, se estima que lo óptimo es tener entre 20 o 40 pañales. Las deposiciones se tiran al WC y se lava a mano la zona. Cuando están sucios, se acumulan en seco en un cubo tapado pero ventilado, aunque a veces está recomendado dejar el cubo lleno de agua, pero con mucho cuidado porque este método puede provocar hongos.
En su lavado, no es conveniente poner mucho detergente; como mucho, un cuarto del tapón y no se usa suavizante. Es muy importante aclarar bien; un truco es programar un doble aclarado de la lavadora, para que no haya ningún resto de detergente, que provoca muy mal olor en contacto con la orina y que, además, puede irritar la piel del bebé. Además, se pueden introducir en la secadora, pero lo ideal es secarlos al sol que es un desinfectante natural y ayuda a limpiar las manchas de caca.
Los pañales de tela tienen diferentes accesorios, pero los principales son: cubo para guardarlos, bolsa para el paseo y forros protectores lavables o desechables, que sirven para proteger el pañal de la caca y es más fácil de tirar la deposición, aunque cada vez hay más novedades para mejorar esta opción.
En la sala de yoga se crea un círculo de mamás que vienen a cuidarse con sus bebés. Es una actividad pensada para que puedas seguir haciendo ejercicio, esta vez junto a tu hijo, ya que sólo basta con modificar la dinámica de la clase para adaptarla a la etapa que vive la mujer: los ejercicios respetan por encima de todo el ritmo íntimo de ambos.
El yoga se puede convertir en una ayuda a la recuperación natural del cuerpo de la mamá y en un acompañamiento en el crecimiento del lactante. Se tienen en cuenta las prioridades de la crianza no solo en el momento de la clase, sino en el día a día enseñando a prestar atención al cuerpo, la postura, la respiración y la relajación.
Entre las hormonas y los cambios que tienen lugar en el puerperio, comienzas a priorizar. Es evidente que todo está enfocado al cuidado del bebé, así que no te preocupes por el ritmo con el que haces los ejercicios, si practicas mucho o poco yoga… Lo que realmente importa es tu intención e interés cuando asistes a estas sesiones aprendiendo a estar con tu bebé de una forma diferente.
Como no surgen muchas palabras mientras haces ejercicios de respiración o movimientos de yoga, se abre la puerta al mundo de la intuición y del sentir, desde donde te animo a que atiendas a tu bebé. Fíjate en cómo se mueve, los ruiditos que hace… se expresa sin la palabra, pero tú lo entiendes. En las clases de yoga te comunicas con él a través del movimiento, del tacto, del sonido de tu respiración, tal y como sucedía en el embarazo, y a veces, todo esto ocurre con los ojos cerrados. De este modo fortalecemos y gozamos del vínculo.
Los bebés son muy listos. Hay algunos que lloran en clase el primer día porque no reconocen el lugar, la luz, la música y su mamá hace cosas diferentes… pero este mismo bebé que el primer día no entiende, cuando siente a su mami relajada y disfrutando, él también empieza a disfrutar. Los bebés que ya venían a clase estando dentro de la barriga de su mamá reconocen las voces, la música, el espacio… Por ello, para estos es una simple continuación de lo vivido con anterioridad. Si no es tu caso, no te preocupes porque al final todos los bebés acaban sintiendo el ritmo de la clase. Las profesoras intentamos respetar el mismo orden para facilitar la adaptación del niño. Cuando cantamos, los bebés cantan, cuando nos relajamos, los bebés también lo hacen…
Las posturas de yoga están inspiradas en la naturaleza, en la observación de los principios vitales del movimiento, sobre todo en bebés, animales o plantas, porque expresan el auténtico movimiento interno de cada uno. Cuando observas a un niño “hacer” por sí mismo, ves que se mueve libre, así que en la clase se protege esta virtud y jamás se entorpece este instinto vital.
Los ejercicios los hacemos en el suelo para estar cerquita del bebé y que ellos se sientan cómodos. Es un lugar ideal para que se puedan expresar y experimenten. Son muchos los bebés que se aventuran a rodar por el suelo, a reptar y más adelante a sentarse. Es un espacio ideal para su desarrollo psicomotriz, porque el suelo es agradable y firme, porque sienten la libertad de experimentar y al ritmo de cada uno porque mamá está cerca, acompañándolo desde la escucha y desde el amor, mientras ella se cuida, se respeta y se relaja.
Como es lógico, puede que tu bebé en algún momento arranque a llorar, pero no pasa nada, todas comprendemos que los bebés lloran. Aprovecha el llanto para atender y cuidar a tu bebé mientras el resto seguimos la clase. No debería incomodar ni a la mamá ni al resto de compañeras, y a medida que se va cogiendo confianza en el espacio y en el círculo, resultará una actividad muy enriquecedora. Sobre todo porque sabes que ese bebé está en el mejor lugar del mundo: en el abrazo de mamá.
En la clase, como en el resto del día a día en la etapa del posparto y la crianza, el bebé pide alimento y se le puede dar. Si necesita un cambio de pañal, se le cambia, igual que si necesita un paseo. Las mamás son libres de atender como mejor necesiten y es aceptado. Cuando se da de mamar se aprovecha para revisar la postura y relajarse con ejercicios de respiración.
Hay que dejar atrás lo que es una clase de yoga convencional, y venir a gozar de la consciencia corporal y del ejercicio. Un beneficio muy buscado en esta etapa es seguir sintiéndose una misma y aprender de tantos cambios físicos, psíquicos, emocionales y de intensos cuidados a otra personita. Es un espacio para venir a disfrutar y crecer juntos.